Los retos de ser un estudiante en línea.

La educación presencial es bien conocida por la mayoría de las personas, en ella un docente explica en vivo a un grupo de alumnos quienes deben atender y entender lo que el docente transmite. Este modelo tiene la ventaja de ser más directo, más "cálido" en el sentido de que permite el conocimiento profundo entre personas. Sin embargo, a raíz de la evolución tecnológica, de lo ajetreado de la vida cotidiana y de la gran demanda- y de la inmensa ausencia- de educación  surge esta otra modalidad: La educación en línea.

En principio este tipo de modelo tiene un sin fin de ventajas como lo son, la flexibilidad, la oportunidad de hacerlo en tu casa, la inclusión de todo tipo de personas, el enriquecimiento cultural, la gran variedad de recursos tecnológicos que permiten la comunicación inmediata, etc. Sin duda, es algo espectacular. Lamentablemente no siempre se tiene un buen concepto de la educación en línea, de hecho en ocasiones me he topado con gente que considera que es "demasiado fácil", "poco profesional", y esto, en mi experiencia, no es cierto, ser estudiante en línea tiene los mismos o tal vez más retos que el ser un estudiante tradicional.

Por ejemplo, un estudiante en línea requiere tener a diario motivación, sin ella los días pasarán sin que entre a la plataforma. Necesita autodisciplina, en este modelo el maestro no estará tras el alumno, de hecho no es requisito entrar a clases y mucho menos poner atención, de esta forma el ser claros en tiempos será vital. Tener una actitud crítica, en este punto el único responsable de atraer el conocimiento y de generarlo es el estudiante, mientras más pregunte, más analice, más investigue y colabore mejor y más profundo será el aprendizaje. Actualización,  en particular, usar tecnología implica adaptarse y comprometerse a aprender más acerca de las innovaciones tecnológicas, que sin duda son necesarias. Organización de tiempo, aquí no hay pautas que seguir, cada estudiante es responsable de qué, cuándo y dónde. Comunicación,  en un entorno donde no hay contacto físico la comunicación a través de palabras, texto, voz, se vuelve el centro de la creación de conocimiento.